En un pasado distante, los hombres posiblemente tenían espinas en el pene que, según los científicos, podían causar placer y dolor.
Esas pequeñas púas todavía existen en los órganos genitales de los chimpancés, gatos, ratones y otros mamíferos.
Un equipo de investigadores, que analizó los genomas de los seres humanos, chimpancés y macacos, señaló que una secuencia del ácido desoxirribonucleico (ADN) que se cree que desempeña un papel en la producción de esas espinas desapareció en los seres humanos, pero se ha preservado en otros primates.
El estudio, publicado en la revista especializada Nature, indica que otra supresión genética pudo haber resultado en la extensión de regiones específicas del cerebro humano.
Los investigadores -de las universidades de Stanford, Georgia y Pennsylvania, en Estados Unidos- examinaban los cambios evolutivos en el ADN humano y descubrieron que nuestros parientes primates han conservado 510 segmentos de ADN que han desaparecido de los seres humanos.
Casi todas esas regiones del ADN parecen desempeñar un rol regulador en la función de genes próximos.
Los investigadores después se centraron en dos supresiones y vincularon una a las espinas penianas y la otra al crecimiento de áreas determinadas del cerebro.
Más tarde, probaron los efectos de las secuencias suprimidas sobre piel humana y tejidos nerviosos, y hallaron más pruebas para apoyar sus aseveraciones.
"Estamos intentando encontrar la base molecular del hecho de ser humanos", dijo el académico David Kingsley, de la Universidad de Stanford, uno de los autores del estudio.
"Es una meta realmente ambiciosa, pero vivimos en esta época extraordinaria en que tenemos la secuencia completa de nuestro propio genoma y del de nuestros parientes más cercanos, así que podemos estudiarlos sistemáticamente y ver todas las formas en que diferimos de otros organismos", agregó.
"Carrera armamentística"
La función de las espinas penianas no se sabe a ciencia cierta y se cree que puede variar según las especies.
En otros, es posible que ayuden a provocar la inducción de la ovulación femenina, aunque hay evidencias de que también les pueden causar daños a las hembras.
Algunos científicos señalan que su función evolutiva puede haber sido eliminar el material que los machos de algunas especies dejan en los genitales femeninos para bloquear los esfuerzos de otros varones por fecundar a la misma hembra.
"En algunos mamíferos que tienen sistemas de acoplamiento con varios machos, hay una pequeña carrera armamentística por la fertilización", dijo Kingsley.
Los investigadores creen que la pérdida de las pequeñas púas en los penes de los hombres se puede haber debido a cambios en el cortejo humano.
Según ellos, al no tener las espinas por medio, la copula humana puede ser más larga.
Esto puede haber contribuido –dicen- a crear una mayor sensación de pareja y a incrementar el cuidado paternal de los descendientes.
Fuente: BBCmundo
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