Una noche loca, unas copas de más, y unas distancias de menos... al final pasa lo inevitable y te preguntas: ¿¡y ahora qué!?
La historia del refranero y la sabiduría popular lo identifican desde siempre: que si el roce hace el cariño, que si cuanto más primo más me arrimo… Y es que está claro que a veces las cosas se confunden y si del amor al odio acostumbra a haber un paso, imaginaos del amor al sexo.
Es bien sabido que la amistad es también una forma de estima. Ciertamente distinta a la que se le tiene a
una pareja o a un amante, pero amor al fin y al cabo. Es normal que a veces, sobre todo entre amigos heterosexuales de distinto sexo o amigos homosexuales del mismo sexo, se pueda producir una situación de conflicto en la que te paras a pensar si de verdad por esa persona sólo sientes el cariño y la complicidad propia de las amistades fuertes, o puede haber algo más allá.
La cosa realmente no es fácil. De hecho, son muchos los teóricos que defienden que una pareja ha de ser primero de todo y antes que nada, tu mejor amigo. Que el sexo y el romanticismo propio de los amantes puede quedar en un segundo lugar (o en todo caso queda supeditado por…) en beneficio de la complicidad y entendimientos propios de los mejores amigos. Y es que si nos paramos a pensar, lo único que nos priva de mantener sexo con nuestros mejores amigos, con los que de verdad conectan con nuestra alma, es o bien nuestra tendencia sexual, o bien un tabú social o autoimpuesto que nos dice que no está bien acostarse con esa persona que para nosotros es casi como un hermano (por algo así como un sentimiento de inciesto virtual).
En cualquier caso, el tema a tratar es qué sucede cuando la cosa acaba pasando. Nada complicado como decíamos (a veces no hacen falta noches enturbiadas para acabar en la cama de nuestro/a mejor amigo/a), pero sí puede serlo una vez ya se ha dado la situación. El primer temor inevitable es el de que se pierda la amistad.
Técnicamente no debería pasar nada malo. La amistad puede ser definida como una suma de pasiones compartidas, y el sexo no es más que la culminación de una de ellas. Pero claro está, en la práctica todo es más difícil y las teorías se evaporan. Ambos amigos se sienten incómodos en uno con el otro, por miedo a que el otro interprete cosas que no han de ser o simplemente por vergüenza y culpabilidad de haber hecho algo que no se debería.
El primer consejo es naturalidad, aunque no se trata de hacer ver que la cosa no ha pasado, porque esto sólo provocaría el enquistamiento del problema y que se guardasen para siempre rencores en el tintero que podrían dinamitar la relación. Simplemente es intentar no desarrollar sentimientos de culpa ni pensar negativamente que ello puede provocar una ruptura de la amistad.
Hay que aclararse las ideas, ya que seguramente por muy espontáneo y extraño que haya sido el encuentro sexual entre dos amigos, el motivo radica en algo más profundo que estaba ahí dando vueltas desde hace tiempo. Quizás ha sido sólo un resbalón, un juego, una tontería, una confusión… pero puede que sea un símbolo de algo más. En cualquier caso, tener las cosas claras y que haya comunicación entre ambos es más que fundamental, para aclararse las ideas y para que no haya malentendidos de ahora en adelante. El sexo puede haber cambiado el tipo de relación, sin duda, pero no significa que va a ser para peor.
Fuente: Educasexo.com
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