4 de mayo de 2011

El viento que traerá luz


En agosto arrancarán estas palas para aportar al sistema eléctrico nacional 33,45 megavatios. Son los primeros de un total de 100, que llegarán después en diferentes etapas. Ha sido la tozudez deEgeHaina o mejor, su convicción de que los vientos soplan en esa dirección, que lo de las energías limpias no es un cuento para ecologistas impenitentes y que no hay dirección más adecuada.

En el camino quedan decenas de otras propuestas desechadas, de concesiones vencidas, de fondos que nunca aparecieron, préstamos que no se obtuvieron, de años de trámites eternos en las no siempre ágiles cámaras legislativas... y de inversionistas extranjeros desilusionados que se fueron resoplando, con sus millones y molinos, a otra parte. Encontraron, comentaban éstos con la prensa (y siempre ´off the record´) en aquellos días, todo tipo de zancadillas institucionales, dilaciones inesperadas, lagunas legales.

Resuelto este último aspecto, primero con la Ley 57-07 de Fomento de Energías Renovables y luego su reglamento de aplicación, la empresa local EgeHaina decidió apostar a las energías limpias con una inversión de 100 millones de dólares. Han sido los necesarios para instalar los dos parques eólicos de Juancho, los 56 kilómetros de red para verter la energía producida a la línea central de transmisión eléctrica, construir caminos, dos subestaciones y la adaptación y refuerzo del muelle de Cementos Andinos para recibir los equipos.

El Parque Eólico Los Cocos recoge las fuerzas de los alisios que peinan el Atlántico y entran a tierra justo por esa esquinita del mapa. No es una ubicación caprichosa, la medición de los vientos se toma hora por hora durante más de un año para determinar la mejor ubicación. Ni siquiera Juancho era el primer intento: cinco molinos llegaron a suelo dominicano con la intención de erguirse en Cabo Engaño en 2008. ¿No era ese el momento o no era aquella la ubicación perfecta? Ya da igual, el hecho es que nunca se llegó a aprobar la instalación de aquellos primeros molinos que habían llegado a la isla. Desde el sector oficial se consideró que un polo turístico no era compatible con un parque energético.

Los molinos, almacenados por años, se estropearon a tal punto que debieron hacer el viaje de vuelta a casa, en España, para después de una reconstrucción casi total... regresar a República Dominicana, esta vez camino del Sur.

Quilvio Cabrera

Mientras tanto, un funcionario ajeno al sector eléctrico se convertiría en parte importante del proyecto. Quilvio Cabrera, entonces director del Instituto Agrario Dominicano (IAD) y al tanto de la desilusionante experiencia del proyecto de Cabo Engaño, valoró la posibilidad de crear un parque energético en Pedernales, donde los parceleros del IAD en Juancho -entendía él- se avendrían a negociar la instalación de las torres en sus parcelas.

En sus planes subyacía la visión de abordar una segunda fase dedicando esas mismas tierras a producir cultivos energéticos de biomasa. Combinando ambas energías se lograría, pensaba él, un mejor rendimiento del espacio y estabilidad de la red cuando no hubiera viento.

El proyecto seguía creciendo en la visión de los emprendedores: un parque de energía limpia en el pleno sentido, que ayudaría a despertar a esta región sureña, en la que más de un 60% de los hogares viven en estado de pobreza.

Quilvio Cabrera murió el 13 de abril de 2008 en un accidente de tráfico. EgeHaina culminó las negociaciones con los parceleros, comenzó a instalar los aerogeneradores y decidió bautizar el segundo parque eólico de Juancho en su honor.

¿Qué hay en Juancho?

En una extensión de 343 hectáreas se levantan el Parque Eólico Los Cocos y el Parque Eólico Quilvio Cabrera que producirán 33,45 megavatios. 25 megavatios en el primero y 8 megavatios en el segundo. Es el principio.

El Parque Los Cocos presume ya de sus 19 aerogeneradores (14 Vesta V90 y 5 Vesta V82) distribuidos en tres alineaciones en dirección noroeste, con sus rotores siempre husmeando la dirección del viento. El Quilvio Cabrera, por su parte, consta de cinco aerogeneradores. El potencial eólico de la zona es enorme y podría, en un futuro y con progresivas ampliaciones, cubrir las necesidades de una población de 88,000 habitantes y evitar la emisión de 68,000 toneladas de CO2 a la atmósfera.



La producción energética anual de República Dominicana es de 11,000 Gigavatios hora, para un consumo eléctrico de 10,900 Gigavatios hora aproximadamente, explican los técnicos de EgeHaina. La generación de electricidad está dominada por plantas térmicas que mayoritariamente funcionan con combustibles derivados del petróleo importado. La capacidad instalada de los servicios públicos es de unos 3,000 megavatios de los cuales el 82% proviene de origen térmico y el 18% de hidroeléctrico.

Sí, ¿pero es más cara?

"La tecnología eólica es cara", confirman los ingenieros de Cobra, empresa española encargada del montaje, cuestionados a pie de aerogenerador. "Pero a la larga, es una apuesta rentable ya que no depende de la compra de combustibles fósiles, y con el precio del petróleo subiendo cada semana...". La conversación tenía lugar apenas días después del desastre nuclear provocado por el terremoto sufrido por Japón. "Esa tragedia, es duro decirlo, movilizará fondos hacia la investigación en energía eólica."

Ese es un detalle importante. La investigación en el campo de las energías renovables es tan intensa que la tecnología puede quedarse obsoleta bien pronto. De hecho, los aerogeneradores del Parque Los Cocos ya son de una generación posterior a los del Quilvio Cabrera, aquellos cinco que llegaron para Cabo Engaño.

Si el viento es gratis... ¿por qué es cara?

Aquí habla ya el hombre de los números. Para Tito Sanjurjo, gerente general de EgeHaina, "la gente asume que el viento es gratis, pero es que la inversión es más cara. Una planta diesel tiene un costo de menos de 1,000 dólares el kilovatio instalado. La planta eólica alcanza los 3,300 dólares el kilovatio instalado. Una planta térmica diesel genera el 92% del tiempo, es decir, requiere menor inversión y se logra más producción porque un sistema de generación eólica produce el 33% del tiempo."

Resumiendo: cuesta 3 veces más y genera 3 veces menos. Así que el viento es gratis pero... Y resume Sanjurjo: "al final el costo es competitivo contra el fuel oil, porque se libra de las continuas alzas del petróleo. Y libera al país de tener que gastar divisas."

Y el viento, ese "combustible" gratuito, tiene sus secretos. El mapa eólico de la República Dominicana puede verse en www.ambiente.gob.do El primero se elaboró hacia 1998 y en 2001 los técnicos de EgeHaina empezaron a medir tanto en el Este como en el Sur.

Hoy se puede medir el viento a nivel global a través de satélites, superando la etapa tradicional de la brújula y la veleta. Pero lo importante, explica César Santos, Gerente de Proyectos de EgeHaina, es determinar en qué zona el potencial de viento en la punta de la nariz del aerogenerador (no era broma lo de "husmear los vientos") es más fuerte y constante.

El país tiene un alto potencial, pero el problema del desarrollo de los parques eólicos es que "como Dios pone el viento donde quiere..." los puntos más apetecibles están en las zonas más rurales, generalmente alejadas de las líneas de transmisión. "Pero este es un país pequeño -interviene Sanjurjo- ese es un problema solucionable de manera relativamente fácil. Aquí, más que la distancia hasta la línea de transmisión, el problema es que los mejores vientos están en los parques nacionales de esta zona. Allí no se pueden instalar molinos y el recurso del viento es incluso más valioso que en Juancho."

Pero... ¿los ecologistas no aman la energía eólica?

Tienen sus reticencias. Es energía limpia, sí, pero en otros países grupos ecologistas han mostrado su rechazo a la proliferación de aerogeneradores por considerar que interfieren con las migraciones de las aves. Y en segundo lugar hay quien los rechaza porque interfieren con la percepción de la visual, del paisaje.

Por el contrario (y esta sí es una opinión muy personal de quien escribe) al llegar al Parque de Los Cocos, la impresión de los molinos, todavía sin energía que ofrecer, es estimulante. El paisaje del Sur, de una belleza dura, de intensos azules y verdes en contraste con tierras resecas y poblaciones muy pobres, se transforma en el parque en un oasis de posibilidades. Parecería que los molinos auguran otro Sur.

Volvamos al viento. Antes de salir con el proyecto debajo del brazo camino de un banco (este no es el caso del Parque Los Cocos, que se ha levantado sin financiación) para pedir fondos prestados, es preciso medir y certificar el viento, hora a hora, por más de un año. En Juancho, la media es de 7 metros por segundo, pero hay picos de 25 metros por segundo. Pero si este primer paso se tomó sólo un año, el proceso burocrático se tomó más. De las primeras mediciones del viento en la zona hasta este reportaje... "sólo" han pasado nueve años.

Quizá usted no pueda, así de improviso, ubicar Juancho. Pero esta comunidad de Pedernales es la que ha puesto a República Dominicana

Beneficios colaterales

Apostar por la eólica, a juicio de Tito Sanjurjo, gerente general de EgeHaina, no sólo alivia la dependencia de los combustibles fósiles, sino que es una apuesta por el medio ambiente. Y eso, para un país con decidida vocación turística no debe ser secundario.

María Teresa Costa Campi, la presidenta del CNE -Comisión Nacional de Energía de España, visitó recientemente el país. De sus palabras se pudieron extraer algunas ideas clave:

1. Falta de madurez y estandarización tecnológica. La oferta en energías limpias es variada (eólica, solar, gas natural, biomasa) lo cual hace que los procesos sean complicados y se encarezca una instalación estandarizada.

2. Falta de concienciación. Todavía necesitan subsidio, las investigaciones y la tecnología son muy caras, lo que encarece el precio. El público todavía cree que el subsidio "lo paga el Estado", no el consumidor con sus impuestos.

3. Complejidad regulatoria. Son demasiadas agencias y sectores de generación distintos para regular, sin una dirección clara desde la Administración.

4. Temor de quedar obsoletos en muy corto tiempo. Cada día aparecen nuevas tecnologías para aprovechar las energías renovables, que podrían "envejecer" antes de tiempo la inversión hecha.

5. Largo plazo de recuperación de la inversión. Sólo a largo plazo es rentable invertir en energías no tradicionales, y siempre existe la duda de que después de la inversión elegida no aparecerán nuevas regulaciones e impuestos de gobiernos voraces.

Fuente: Diariolibre

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